viernes, 8 de febrero de 2013

LOS LIBERALES CAMBIAN DE PELICULA

DE
“EL FRANCOTIRADOR”


A
 “APOCALIPSE NOW”



Todo parece indicar que los liberales que están en la Fraternidad ya no tienen mucho más que decir, pues evitando hablar de los problemas doctrinales, terminan limitándose a hablar de los que de diverso modo se han ido o han sido expulsados de la Fraternidad. Y como se evita tocar lo doctrinal, o mencionar los errores de las autoridades, o aquello que pueda resultar ambiguo o conflictivo, se busca –repetimos, cada vez con menos ideas- hacer un análisis psicológico, sociológico o hasta cinematográfico de los llamados “rebeldes”. No faltarán pronto los análisis sanitarios o higiénicos para explicar por qué cunde la desobediencia en las filas de la Fraternidad.

Desde luego que nosotros podemos en algún momento ampliar nuestro análisis a diferentes motivaciones de los que actúan a uno u otro lado de este conflicto, pero sólo después de haber abordado las cuestiones doctrinales y los hechos basándonos en declaraciones, entrevistas, actos u omisiones que se suceden.  

Ahora bien, el artículo de referencia aparecido en el sitio “Panorama Católico Internacional” (“Dialéctica Amigo-Enemigo o la Caridad vs. la ideología”, es el título del mismo) plantea, en apretada síntesis, lo siguiente:

1 Hay algunos tradicionalistas que, tras tantos años en las trincheras, han adquirido un reflejo, “un cierto reflejo condicionado por el ambiente, cuya única posible neutralización se será por la caridad” (sic), y que los hace, frente al enemigo, tirar sin discernimiento. “Ante el enemigo, el gatillo”.

2 Ante autoridades en las que no confían, y que creen los han traicionado, se sienten tentados a ser como Kurtz, el personaje de Joseph Conrad llevado a la pantalla por Francis Ford Cóppola en la película “Apocalipse Now”.

3 Los tradicionalistas (llamados allí “tradis”) son tentados con la rebeldía,  rebeldía contra el destino, contra lo mal que han hecho quienes nos precedieron, contra los que conducen la lucha. Esta rebeldía o espíritu de independencia es un gen de desunión que va enquistado en el código de cada obra que nace bajo este espíritu”. Pero Dios nos pide ser obedientes, no rebeldes, no independientes como Kurtz.

4 En definitiva, el católico tradicionalista (o “tradi”) debe someterse a la obediencia debida o sino…Kurtz, es decir “el horror…el horror”.

Partamos de la base de que allí se reduce el personaje de Conrad-Cóppola a lo siguiente: “Kurtz es un hombre de la primera línea de combate, cuyos jefes han decidido retroceder ante el enemigo, y a quien él se niega a obedecer. El combate con convicción, los jefes no. Por supuesto, los jefes de Kurtz mandan un emisario para que lo mate, porque es quien pone en evidencia la traición y molesta las negociaciones de retirada.
Es un personaje que llena el ojo de cualquier persona con ideales nobles. No traiciona, aunque sus jefes traicionen. Lucha solo. Muere solo luchando sin ceder a las tentaciones del desánimo. ¿Quién no quiere ser él? Modelo de almas con vocación heroica”.

Bueno, esto es sencillamente una rebaja inédita de tan recordado personaje, que no “llena el ojo de quien tiene ideales nobles” sino que sirve de advertencia a todo aquel que quiere conservarse mental y espiritualmente sano, y ayuda a descubrir muchas cosas del mundo moderno.




Es importante dilucidar bien quién es el personaje porque al católico tradicionalista resistente se lo compara con él (del aspecto militar del personaje ya se han ocupado quienes saben del tema):

El Coronel Kurtz (en la película, Marlon Brando) representa de manera simbólica el grado o la función heroica que quiere por sí misma, por sus propias fuerzas, pasar a representar la función sagrada o religiosa, en este caso asumiéndose –o siendo asumido- como un dios por las tribus paganas de un rincón ignoto del sudeste asiático. Y como un dios amoral se permite la crueldad porque él está por encima de las criaturas. No debe olvidarse que más que un film bélico, “Apocalipse Now” es un film de horror. Y más que hablar sobre Vietnam, habla sobre los Estados Unidos de América en tanto que “occidente cristiano” degradado.

Este personaje no “muere solo luchando sin ceder a las tentaciones del desánimo”, sino que, en la película a que se hace referencia en el artículo de “Panorama”, muere sacrificado ritualmente por el emisario de sus superiores del Ejército de, otra vez lo decimos, un degradado occidente cristiano que primero lo encumbró y luego lo destruyó (como hizo, también y digámoslo de paso, con Abraham Lincoln). Willard, su ejecutor, a pesar de la idolatría de los nativos, vencerá la tentación de tomar su lugar para convertirse en un nuevo dios, aunque quedará marcado para siempre por esa aventura.

Lo interesante de la muerte de Kurtz es que la acepta y acepta su derrota porque sabe que ha ido demasiado lejos. Kurtz sucumbió a la tentación pagana, pero sobre todo debido a la desacralización de la sociedad moderna (que tampoco lo necesita ya como héroe). Luego, esa sociedad que lo ha incitado a la grandeza y lo ha abandonado a su suerte, decide que debe eliminarlo. Kurtz ha sido un agente que a través de su grandeza nos permite atisbar el misterio que nos rodea, pero el mundo occidental yanqui no quiere ya nada con el misterio. Y ese misterio se aborda de manera brutal en el mundo pagano irracional del lejano oriente.

En definitiva, el hombre no es un dios, no es Dios, y no hay escape al degradado mundo occidental por ese camino de heroicidad o gigantismo paganos.

¿Cuál es la ideología de Kurtz? Ninguna. Kurtz termina creyendo solamente en sí mismo, esa es su tragedia. ¿Cuál es la ideología de los  resistentes al liberalismo dentro o fuera de la Fraternidad? Se habla en la nota que nos ocupa de la dialéctica convertida en ideología, pero no puede verificarse en lo allí dicho que los “Kurtz” de que se habla sean “dialécticos”. En todo caso, la amplia generalización termina finalmente por resultar ambigua y no definir nada.

Por otra parte, Kurtz no tiene razón de ser sin sus fanáticos acólitos, sin sus adictos y adoradores. ¿Eso quiere decir que los que se acercan a los “Kurtz” tradicionalistas serían otros fanáticos como los nativos de la Indonesia?

Cita luego el artículo un pasaje evangélico que le gusta citar a Mons. Fellay en relación  con la Iglesia conciliar (véase Cor Unum nº 96, Junio 2010):

“El Evangelio nos presenta dos textos que parecen contradictorios: “El que no está Conmigo está en Mí contra, el que no recoge Conmigo, desparrama” (Mt. 12,30).
Pero también: “Entonces respondiendo Juan dijo: —Maestro, vimos a cierto hombre echando fuera demonios en tu nombre, y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros.
Jesús le dijo: —No se lo prohibáis. Porque el que no está contra vosotros, por vosotros está”.(Lc. 42, 49-50).
De donde surge que los enemigos de Cristo no siempre son los que no están con nosotros. La radicalidad amigo-enemigo es un planteo válido para con Cristo y con su Iglesia. No para con los cristianos, que tenemos un juicio limitado, pasiones que nos obnubilan, que no conocemos los misteriosos caminos de Dios”.

Veamos: Juan dice que vio a una hombre “echando fuera demonios” en el nombre del Señor. Pero hoy lo que se ve en Roma, y ponemos este ejemplo porque es el centro de las discordias, no es que esté echando fuera demonios, sino más bien todo lo contrario, se los aprueba y se los hace entrar una vez tras otra (recordemos solamente Asís III). Por lo tanto ellos están contra Cristo y contra nosotros.

Por otra parte, este pasaje evangélico, que en realidad está en Marcos IX, 38, y dice en traducción de Mons. Straubinger así: “Pero Jesús dijo: No se lo impidáis, porque nadie, haciendo milagro por mi nombre, será capaz de hablar luego mal de Mí. Porque quien no está contra nosotros, por nosotros está”, se refiere a aquellos que no están manifiestamente contra Cristo. Pero si se fija esto a nivel doctrinal, la Iglesia surgida del Vaticano II no deja de enseñar y hacer cosas contrarias a Cristo –y por los frutos se conoce el árbol- por lo tanto si se disputa a nivel doctrinal, mal puede aplicarse este pasaje evangélico. Por cierto que debe ser aplicado con la mejor disposición para aquellos que no se manifiestan como enemigos. Pero también este pasaje del Evangelio puede serle aplicado a los mismos que desde dentro de la Fraternidad atacan a los que siguen luchando desde afuera, calificándolos de rebeldes, traidores, desertores, francotiradores,  etc., porque los que resisten -desde dentro o fuera- al liberalismo no están contra los verdaderos cristianos y seguidores de Mons. Lefebvre. Y, si hacen cosas buenas en nombre de Cristo, entonces no se puede actuar como intentaban los Apóstoles, esto es, prohibirles el apostolado.
 
Luego se afirma el autor en uno de los argumentos favoritos –sino el único- de los liberales de la FSSPX para inculpar a los que no acuerdan con ellos: el de la obediencia: “Lo que Dios nos pide es la obediencia, no la rebeldía. Ante jefes traidores, timoratos o sospechosos, atenerse al deber. No convertirse en coroneles Kurtz, dueños del juicio de cada circunstancia. (Hay pocos con las agallas de Kurtz, tampoco fantasear lo que no somos). Sobre todo cuando la rebeldía es gratuita y no paga consecuencias.  Mejor dicho, las paga, pero no se sienten en lo inmediato”.

No se aclara allí si en “atenerse al deber” se encuentra servir a Dios en la verdad y señalar los males graves que pueden llevar a la pérdida de la fe propia o del prójimo, o sino en volverse traidor, timorato o sospechoso, cerrando los ojos en cada circunstancia para no ser tildado de “rebelde”. ¡Oh, cómo condenarían con esas palabras a Monseñor Lefebvre, los que hoy tanto le deben, los que hoy ensalzan su nombre!

Termina el artículo diciendo: “Ser tradi hoy es, bajo circunstancias excepcionales pero previstas en las profecías, hacer lo mismo que hicieron siempre los cristianos: ser obedientes a Dios antes que a los hombres, pero ser obedientes a los hombres allí donde la obediencia es debida. Porque así lo quiere Dios”.

Una vez más vemos que los fellaystas nunca hablan del plano doctrinal, nunca discuten de esas cosas, sino que se hace hincapié en la obediencia, como si de repente un virus hubiera contagiado a hombres hasta ayer sensatos y los hubiera vuelto refractarios e individualistas, reacios a toda autoridad. Hay aquí una impresionante evasión a los argumentos de los disidentes. Es como la historia de los militares setentistas contada por los marxistas: un día los militares se despertaron con ganas de perseguir gente buena e idealista. No hubo ningún problema de trasfondo.

Decía Monseñor Lefebvre: “Si estoy en el error, si enseño errores, está claro que se me debe traer de nuevo a la verdad”. Por supuesto que puede haber personalidades conflictivas o problemáticas en las filas tradicionales, sin dudas que sí, pero llevar todo el asunto a ese nivel, sin asomarse a la discusión de fondo, y reducir todo el problema presente a una cuestión de obediencia, simplifica las cosas torpemente de la misma manera que los maliciosos modernistas han hecho siempre con los “lefebvristas”. Terminan así coincidiendo con personajes nefastos, con los periodistas liberales y de la izquierda cuando descalificaban a Mons. Lefebvre acusándolo de “rebelde”.

No viene mal hacer un repaso:

“El Papa polaco excomulgó al obispo francés rebelde después de que monseñor Lefebvre ordenó en la sede de la Fraternidad en Econe, Suiza, a cuatro obispos, entre ellos Bernard Fellay y Richard Williamson, que también fueron excomulgados”.
(Julio Algañaraz, Clarín, 30 agosto 2005)


“Ayer tarde en ese secular trono se sentó Lefèbvre. Días antes el vicario del Papa para la diócesis de Roma había publicado un artículo en el Osservatore Romano, titulado Un episodio que hay que olvidar, denominando el desafío de Lefèbvre «como un acto presuntuoso que demuestra tal falta de buen gusto y de educación que ruboriza a quienes todavía quisieran conservar sentimientos de veneración por este eclesiástico». Horas antes de la conferencia se esperaba que el obispo rebelde desistiera de su iniciativa”
(El País, 08/06/1977)  


“Lefébvre ha incurrido - como casi todos los cismáticos y herejes - en la idelidad a la Iglesia (a la imagen que él mismo se ha forjado de la Iglesia) y, por tanto, a abandonar la Iglesia que dicen defender.
La Santa Sede ha hecho todo lo posible por evitar que se llegase a esta dolorosa situación para toda la Iglesia, luego de muchos años de dramáticos intentos ha prevalecido un correoso atrincheramiento del Obispo rebelde en posiciones incompatibles con la fidelidad a todo Magisterio de la Iglesia y con la obediencia a la suprema autoridad del Vaticano de Cristo”.
(Churchforum.org)


 “La Santa Sede calificó ayer la decisión de Lefebvre de consagrar a cuatro obispos como un esto de naturaleza cismática. Al mismo tiempo, el Vaticano ha reaccionado con la publicación de la correspondencia mantenida a tres bandas, entre el Papa, el cardenal Ratzinger y el arzobispo rebelde”.
(El País, 17 junio 1988).


“Ciudad del Vaticano. Miguel Castellví. Monseñor Marcel Lefebvre, el obispo rebelde ha muerto sin modificar su postura”.
(A B C, Martes 26- 3- 91)


“Después de haber sufrido mucho con los caprichos de monseñor Marcel Lefebvre, Pablo VI, el gran papa moderno, no logró convencerlo de que depusiera su actitud rebelde que provocaría un cisma”. 
(La Nación, 15 febrero 2009)


“El prelado también agradeció a Benedicto por levantar la excomunión que pesaba sobre él desde hacía 20 años, cuando fue consagrado obispo por el arzobispo rebelde ultraderechista Marcel Lefebvre”.
(emol.com)


“En enero de 2009, Williamson había desatado uno de los escándalos que vienen jalonando el pontificado de Benedicto XVI, cuando se conocieron sus afirmaciones acerca de que ningún judío hubiera muerto en ninguna cámara de gas, durante el gobierno nacionalsocialista en Alemania. Poco después de esos dichos, el Papa le había levantado la excomunión que sobre él pesaba a causa de haber sido ordenado por el obispo rebelde Marcel Lefebvre”.
(Página 12, 17 abril de 2010)

Creemos conveniente terminar con las palabras del propio Monseñor Lefebvre, hoy de tanta actualidad como cuando fueron pronunciadas:

Somos incriminados porque hemos elegido la supuesta vía de la desobediencia. Pero se trataría de que nos entendamos precisamente sobre lo que es la vía de la desobediencia. Pienso que podemos en verdad decir que si hemos elegido la vía de la desobediencia aparente, hemos elegido la vía de la obediencia real.
Entonces pienso que aquellos que nos acusan han elegido quizá la vía de la obediencia aparente pero de la desobediencia real.” (“El golpe maestro de Satanás”).

La santa desobediencia de Monseñor Lefebvre a los errores modernistas y sus autores está explicada por él mismo, y nos sirve de guía para no volvernos desobedientes a los ojos de Dios:

“Nuestra desobediencia está motivada por la necesidad de salvaguardar la fe católica. Todos los teólogos enseñan que si el Papa con sus actos destruye la Iglesia nosotros no podemos obedecerle; es más, él debe ser reprendido respetuosa pero públicamente”.